16 Oct ¿QUÉ ES EL SÍNDROME DEL IMPOSTOR?
¿Has tenido alguna vez la sensación que los logros que estabas consiguiendo eran debido a un golpe de suerte? ¿Qué tu nuevo puesto, tu aumento de sueldo, la felicitación de tus superiores… se debía a un cúmulo de casualidades que no sabías muy bien de dónde venían? Quizá sientes que no te mereces las cosas que consigues o que no vales lo que los demás creen, quizá a veces te sientes como un impostor o impostora, y piensas que si los demás te conocieran realmente no te tendrían en tan alta estima, si es así, sigue leyendo.
¿Qué es el síndrome del impostor?
Puede ser que este sentimiento no esté presente en ti de manera continua pero que sí haya aparecido en algún momento de tu vida. En este caso probablemente será provocado por la inseguridad: un nuevo trabajo, un nuevo puesto… y acabará desapareciendo. Pero también puede ser que sea algo que te acompañe siempre. Y, junto a ese pensamiento, que aparezca el miedo a que los demás descubran que no eres tan bueno, que en cualquier momento se verá tu verdadera cara y todo se irá al traste. Lamentablemente, en este caso, esta sensación empeora con el tiempo y acaba siendo muy invalidante.
Aunque puedas pensar que el síndrome del impostor está adscrito más a la vida laboral, muchas personas ya empiezan a experimentarlo en la etapa escolar. Sienten que no son lo suficientemente inteligentes y muestran mucho miedo ante los exámenes. Una vez realizados sienten un miedo muy alto a que el resultado no sea el esperado y, cuando por fin ven que el resultado es bueno, no saben exactamente cómo lo han conseguido. Incluso pueden llegar a pensar que el “profesor se ha equivocado corrigiendo”. Ni siquiera unos buenos resultados les hacen conectar con su capacidad real.
Todo lo comentado hasta aquí se conoce como el síndrome del impostor. Y, aunque su nombre clínico nos puede sonar lejano, las personas que lo sienten se identifican rápidamente con su definición.
El síndrome del impostor está relacionado con una baja autoestima. Las personas que lo padecen no tienen un buen concepto de sí mismos y por tanto nunca se consideran capaces. Las causas son multifactoriales, como en casi todos los casos. Estas personas pueden venir de entornos familiares donde no se les ha valorado lo suficiente y, por ende, la manera que han aprendido a relacionarse con ellos mismos es desde esta poca consideración. Por el lado contrario, también pueden venir de hogares altamente exigentes, en los que “nunca es suficiente” por lo que se acaba desarrollando un alto miedo al fracaso que se disfraza del “no soy lo suficientemente inteligente” o del “no es que no quiera conseguirlo, es que no puedo”.
Además de en lo laboral y académico, el síndrome del impostor puede aparecer en prácticamente todas las facetas de la persona. En el área social, en el familiar, en el deportivo, de pareja… Se rechazan todos los logros porque no están alineados con el concepto de uno mismo.
El síndrome del impostor, también llamado síndrome del fraude, fue acuñado por primera vez en el año 1978 por Pauline Clance y Suzanne Imes a raíz de un estudio que realizaron a una gran muestra de mujeres que habían alcanzado grandes logros. Actualmente se sabe que es un síndrome que afecta tanto a mujeres como a hombres.
¿Cómo saber si tengo el síndrome del impostor?
Sí todo lo que has leído hasta ahora te resulta familiar, te dejamos a continuación una serie de situaciones. Si te sientes identificado o identificada con las afirmaciones, podrías empezar a plantearte que lo que te pasa tiene un nombre y se llama síndrome del impostor:
- Cuando empecé en mi nuevo trabajo pensaba que no iba a saber desempeñarlo. No sé cómo pasé las entrevistas. No soy tan buena como ellos piensan.
- La verdad que no sé como acabé mis estudios. Siempre tenía suerte en los exámenes, ponían justo lo que me había estudiado.
- Me fijo mucho en mis compañeros de trabajo y en cómo hacen las cosas. Ellos son muy buenos, a mí en cualquier momento me despiden.
- Cuando me piden que piense en 3 rasgos positivos míos no sé qué decir. No se me ocurre ninguno.
- Cuando me felicitan por un trabajo siempre echo balones fuera. No creo que el mérito sea mío. Salió bien de casualidad.
- Si insisten en mi valía me siento incómodo o incómoda. Creo que se lo están inventando.
¿El síndrome del impostor se da más en mujeres?
A día de hoy no se sabe si el síndrome del impostor o síndrome del fraude se ceba más con mujeres que con hombres, pero sí que el estudio de este síndrome se basó inicialmente en el estudio de un grupo de mujeres en 1978. El inicio de este estudio se debió a que las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes recibían en su consulta muchas mujeres con alto poder académico y laboral que presentaban altos niveles de ansiedad. Debido a esto se consideró que podía ser un síndrome más habitual en mujeres. Actualmente podríamos considerar que este síndrome lo padecen ambos sexos.
Las personas solemos ser conscientes de cuáles son nuestras carencias, pero no solemos ver las de los demás. El hecho de no verlas nos hace llegar a pensar que no existen. Y es desde esa sensación de “yo no soy tan bueno como mi compañero” desde donde nace la sensación de ser un impostor. A todo esto, hay que añadirle cómo se plantean los errores. Un error es parte del proceso, es algo que nos acerca a nuestro objetivo porque ya sabemos qué es lo que tenemos que mejorar.
¿Cómo superar el síndrome del impostor?
Como indicábamos antes, el síndrome del impostor puede tener diferentes niveles. La forma de abordarlo no será la misma si surge únicamente en momentos concretos (como nuevos proyectos, nuevos puestos… etc.) que si está presente de manera continua. Este último caso podría estar señalando una herida más profunda en nuestra valía personal para la que sería importante recibir ayuda profesional.
Para enfrentarnos al síndrome del impostor tenemos que tener presente varias cuestiones:
- Debemos plantearnos qué concepción tenemos del fracaso. Qué significa para nosotros. En función de ese planteamiento nos resultará más sencillo comprender por qué podemos tolerarlo o no. No es lo mimo entender los errores como un paso más en el camino que entenderlos como determinantes y destructivos.
- Qué relación tenemos con nosotros mismos. ¿Nos consideramos valiosos? ¿Nos queremos y nos apreciamos? Difícilmente vamos a valorar nuestros logros si ni siquiera nos valoramos a nosotros mismos.
- Observar nuestro lenguaje interno. El lenguaje interno es la forma en la que nos hablamos a nosotros mismos. Podemos ser muy compasivos con los demás y extremadamente críticos con nosotros mismos. Plantéate cómo te tratas cuando las cosas no salen como esperabas. Ese lenguaje interno es una base importante del diálogo que tiene nuestro “impostor interno”.
- Cómo es tu entorno. ¿Te sientes valorada por él? Una parte importante de la relación con nosotros mismos está basada en cómo nos han tratado los demás. Si no te han valorado o han menospreciado tus éxitos en algún momento, puede ser que tú también hayas aprendido a hacerlo.
- Cómo es tu nivel de autocrítica. El “nunca es suficiente” es un caldo de cultivo muy potente para el síndrome del impostor. Todo puede estar mejor, por lo que, una vez alcanzado, rápidamente desaparece la sensación agradable para ponernos una nueva meta.
Si tras leer esto te sientes identificado o identificada con el síndrome del impostor y crees que esta sensación lleva contigo demasiado tiempo o que cuando aparece te invalida de una forma considerable, pide ayuda. Detrás de este síndrome hay problemas de autoestima y de relación contigo mismo que mejorarán de manera considerable cuando recibas ayuda.