15 Dic DOLOR DE CABEZA EMOCIONAL
¿Te duele la cabeza a menudo y no sabes por qué?
A veces, aunque tomes un analgésico, el dolor de cabeza persiste.
¿En las últimas semanas el dolor de cabeza se ha convertido en tu compañero permanente?
En esos casos podría tratarse de un dolor de cabeza emocional, de manera que podrías ser tú mismo quien lo causa.
De hecho, el dolor de cabeza es uno de los trastornos del sistema nervioso más comunes: se estima que un 47% de los adultos han sufrido por lo menos una cefalea a lo largo del último año. No obstante, existen diferentes tipos de dolor de cabeza, aunque el más común está vinculado con nuestro estado emocional, con las tensiones cotidianas. ¿Qué se encuentra realmente detrás de esos dolores de cabeza continuos que a veces nos dejan fuera de combate?
La cefalea tensional
La cefalea tensional es el dolor de cabeza más común. Ataca aproximadamente al 70% de la población, lo cual indica que en algún que otro momento, es probable que la hayas sufrido. Lo usual es que comience en la adolescencia y es más común en las mujeres.
¿Cuáles son sus síntomas principales?
- El dolor persiste durante varias horas pero en ocasiones puede durar incluso varios días. En algunos casos puede llegar a convertirse en un problema crónico y altamente discapacitante. De hecho, si el dolor de cabeza aparece al menos dos veces a la semana durante algunos meses, puede catalogarse como crónico.
- Sensación de opresión en la cabeza, se trata de un dolor sordo, no pulsátil.
- El dolor es generalizado; es decir, no se concentra en una sola parte de la cabeza sino a ambos lados. Aunque generalmente se irradia hasta el cuello y los hombros.
- No causan náuseas ni vómitos.
Esta cefalea suele estar provocada por problemas de índole osteomuscular en la zona del cuello, sobre todo debido a la tensión o contracción de los mismos. Como consecuencia, el dolor de cabeza tensional tiene un alto componente emocional ya que normalmente reaccionamos al estrés, la ansiedad o incluso la depresión con una tensión corporal.
¿Cuál es la relación entre las emociones y el dolor de cabeza?
A lo largo de una jornada experimentamos muchas emociones, aunque no siempre somos conscientes de ello y, por supuesto, no todas son beneficiosas. La tensión provocada por un contratiempo, la ansiedad, la ira y la tristeza no solo inciden en nuestro estado de ánimo sino que también generan cambios a nivel metabólico.
Por ejemplo, se conoce que el estrés genera grandes picos de cortisol, una hormona que provoca cambios fisiológicos tales como un aumento de la presión arterial, una mayor tensión muscular y una dilatación de las venas. Además, cuando estamos tristes, ansiosos o tensos, disminuyen los niveles de endorfinas, unas hormonas vinculadas con la relajación que pueden prevenir la aparición del dolor de cabeza. A la misma vez, disminuye nuestra tolerancia emocional ante los problemas y nuestro umbral del dolor disminuye. Todos estos cambios a nivel físico y emocional causan el dolor de cabeza o lo acentúan.
En realidad, cada una de las emociones que experimentamos provoca cambios en nuestro cuerpo que se expresan a través de diferentes señales. Muchas de las emociones negativas se expresan a través del dolor físico y son una señal de alarma. Por eso, en ocasiones en vez de tomar simplemente un analgésico para aliviar el dolor, deberíamos preguntarnos qué está sucediendo.
Ese dolor de cabeza emocional es un signo que nos indica que debemos hacer un alto en nuestro estilo de vida cotidiano y replantearnos algunas cosas. Quizás estás trabajando más de lo que podría considerarse saludable, o te estás tomando alguna situación a la tremenda, o simplemente necesitas tomarte una pausa. De cualquier forma, el dolor de cabeza emocional no es algo que se deba obviar.
¿Cómo evitar el dolor de cabeza emocional?
Una pista nos llega de un estudio realizado en la Universidad de Ohio en el que se analizó el rol de los factores emocionales en la aparición del dolor de cabeza recurrente. Después de analizar a 291 personas, 117 de las cuales sufrían dolores de cabeza a menudo, descubrieron que estas estaban sometidas a situaciones cotidianas muy estresantes que escapaban de su control.
No obstante, lo más interesante es que las personas que no sufrían dolores de cabeza recurrentes, también vivían algunas de estas situaciones. Sin embargo, utilizaban estrategias de afrontamiento más eficaces y le restaban impacto emocional a los problemas. Al contrario, quienes sufrían dolores de cabeza, tendían a culparse por los problemas y a recluirse en sí mismos, negando la ayuda que les brindaban otras personas. Esto nos indica que no son las situaciones en sí las que provocan el dolor de cabeza sino nuestra interpretación de las mismas y nuestra reacción emocional ante ellas.
De hecho, no es el único estudio que ha llegado a estas conclusiones. Psicólogos de la Universidad de Missouri-Saint Loui les dieron seguimiento a más de 500 jóvenes durante un periodo de seis meses y notaron que aquellos que reportaban más a menudo dolor de cabeza también eran quienes tenían mayores niveles de ansiedad y una tendencia a la victimización. Cuando la ansiedad y el sentimiento de culpa disminuían, también lo hacían los dolores de cabeza.
Por tanto, para evitar el dolor de cabeza emocional es necesario que:
1. Desarrolles un locus de control interno, lo cual significa que debes dejar de culparte y comenzar a tomar el control de tu vida, allí donde puedas.
2. Aprendas a manejar las emociones negativas, como la ira, de manera que no se acumulen y no te dañen. Para lograrlo, el primer paso es reconocerlas, vivenciarlas y, por último, dejarlas ir. La técnica de visualización “las hojas del río” te resultará muy útil.
3. Reencuadres los problemas, percatándote de que las situaciones en sí mismas no son estresantes, es el significado que les confieres. Es de gran ayuda que aprendas a distanciarte emocionalmente de las situaciones, como si fueras un espectador externo.
4. Destines cada día al menos dos horas a la relajación. Puedes practicar meditación, ejercicios de respiración o incluso escuchar música tranquilamente o leer un buen libro. Lo importante es que durante ese tiempo liberes tu mente de los problemas cotidianos.
5. Dejes de rumiar las preocupaciones y, en su lugar, adoptes una actitud más proactiva. Es importante que seas consciente que pensar en los problemas una y otra vez no lo solucionará. En su lugar, debes esforzarte por encontrar soluciones y ponerlas en práctica.